domingo, 10 de julio de 2011

Old School


Esa forma de dar continuidad a los las estilos y los valores de otra época. Como si el tiempo no hubiera pasado y se hubiera seguido evolucionando en esa línea que hace mucho tiempo funcionaba bien.



Tacos de suadero “El Güero”


Hoy es una constante encontrarnos puestos de tacos que sirven bistec, suadero, pollo, chuleta y pastor en un solo lugar. Es también constante encontrarnos complementos muy variados, que sirvan los tacos sobre un cuadrito de papel revolución, en platos delgaditos de color rojo, anaranjado o azul y envueltos en bolsas para no tener que lavarlos.

No tengo nada en contra de estos modos actuales, solo que yo recuerdo que cuando era niño y mi mamá me iniciaba en la gastronomía de arrabal, esto no era tan común. Muy seguido comíamos tacos de suadero en alguno de los puestos de lámina sobre Tlalpan frente al Metro Portales y nada de estas cosas se veía; los señores no ofrecían nada más que suadero, longaniza, campechanos y tripa, como integrantes de una misma disciplina taquera, eran los de alrededor quienes vendían tacos de plancha, como los de bistec.

En estos días hay muy pocas taquerías que se mantienen enfocadas en una sola clase de productos y aún menos frecuente en los negocios lamineros, pero uno de ellos es la taquería "El Güero" ubicada casi en la esquina de Avenida Universidad y Parroquia en la acera del Office Depot.





Este lugar mantiene varios usos de la vieja escuela. Solo sirven suadero, longaniza, tripa y campechanos; tienen un matorral de pápalo junto a una cama enorme de pepinos y rábanos que son todos los complementos aparte de la salsa; usan papel estraza del colorado, en lugar de papel revolución blanco, dan platos sin bolsas, de hecho son platos hondos de plástico blanco con esos decorados florales que ya no es común ver, lo cual me hace pensar que los recipientes deben ser al menos tan antiguos como el negocio. Cuando uno observa estas cosas, se percata de estar comiendo tacos muy en el estilo en que lo hacía la gente hace 40 años. Pongan en su cabeza una imagen deslavada de Avenida Observatorio siendo atravesada por un autobús marca Dina que va dejando una estela de humo de diesel, ahora ubíquense en un puesto de tacos dentro de esa foto y tendrán una idea del mood al que me refiero.

Por supuesto, el gusto de sus preparaciones no escapa a esta influencia.

Haberse concentrado en la disciplina del suadero ha rendido beneficios especialmente en los propios tacos de suadero. Su sabor, es el puro sabor de las calles del Distrito Federal, de carne saturada en su propia esencia, un gusto graso muy tosco, pero bastante definido, distinto al de otras partes de la res y cuya sensación permanece fijada por la cebolla en la pared garganta (en las manos, en la cara, el cabello y creo que hasta en los pies) aún después de varias horas de consumido. Piénsenlo bien, en verdad el sabor del suadero es de los más característicos del D.F. y es ese el que han sabido cultivar muy bien los jóvenes taqueros, acaso discípulos del aquel primordial "Güero".

Me paro a comer ahí y siento que en algún momento llegará Hértor Suárez interpretando al "Mil Usos" todo lastimero, y pedirá dos taquitos. Felicidades "El Güero" por no permitir que la tendencia les dicte qué hacer.





Mega Man 9 descargable en WiiWare, XBOX Live Arcade y Playstation Network.

Megaman 8 en 1997 fue la última aparición de este simpatíco personaje tan taka taka sobre la línea de la saga clásica de Megaman. La serie se quedó en suspenso mientras se lanzaron muchos otros títulos de Megaman que evolucionaron a juegos cada vez más flojos y algunos incoherentes para mi gusto. Quizás la franquicia fue ganando gente nueva conforme avanzaba por esos rumbos, pero es definitivo que perdió a los adeptos que consiguió en las primeras entregas.

La verdad, pienso que fueron los 3 primeros títulos los que nos atraparon a la gran mayoría y ninguno de los posteriores logró ser mejor. Son estos 3 juegos a los que Megaman (Rockman) debe su gloria por la cual llegó a convertirse en uno de los más populares íconos del videojuego.

Nintendo desde su primeras creaciones, siempre ha promovido un estilo en que el jugador perciba un reto sencillo y si llegara a perder, no le eche la culpa a la dificultad de juego, sino a él mismo; el jugador debe sentir que sólo necesita un poco más para superar el reto. Esta forma de entender la psicología del jugador la adoptó gran parte de la industria, pero cuando salió Megaman en 1987, desafío este planteamiento con un juego inmudamente difícil, un juego que exigía lo máximo de la gente para dejarse dominar y a cambio, les proporcionaba una experiencia tremendamente innovadora, dinámica y refrescante apoyada en una gran cantidad recursos estratégicos, técnicos, visuales e incluso auditivos que le dieron la vuelta al género de plataformas.

El lanzamiento de Megaman 9 en 2008, hizo justicia a ese break thru y dio continuidad a aquél estilo, rescatando valores que habían quedado olvidados en el mundo de los 8 bits y que hicieron a los primeros juegos tan especiales. Los creadores de la serie Hironobu Takeshita y Keiji Inafune lo tenían bien presente y por eso pugnaron por que Megaman 9 volviera en su totalidad al aspecto del NES, ya que originalmente los directivos de Capcom querían que fuera 3D, seguramente como Megaman Powered Up. Gracias a su tezón, lograron un excelente juego de 8 bits que mezcla constantes elementos nostálgicos de la serie, con nuevas aportaciones muy interesantes. Todo parece como creado en esa época, en todo sentido, incluido el de la dificultad. Hace poco vi cómo unos niños intentaron jugarlo y lo botaron enseguida, simplemente no es un estilo al que estén acostumbradas las nuevas generaciones.



Megaman, particularmente Megaman 2, porque al 1 no le tuve paciencia, me enseñó acerca de la persistencia en la vida; Megaman 9 es un recordatorio de esa lección. Con este título también volvieron los pataleos, los improperios, el sudor en las manos y los ojos rojos que le dan significado al orgullo de terminar un juego.





Tobacco Vanille de Tom Ford

Pocos directores creativos de alta costura se han involucrado tanto en el desarrollo de las fragancias de su casa como Tom Ford. Gucci, Yves Saint Laurent y los laboratorios de Estée Lauder han recibido sus intervenciones, así que para su propia firma, es supuesto que su participación deba ser activa y exigente.

La dirección para toda creación bajo su nombre es "hacer la primera y genuina marca de lujo del siglo XXI". Por lo que toca a lo olfativo, los perfumistas de Givaundan han encontrado opulentos argumentos para soportar esta postura. Private Blend, dentro de las fragancias Tom Ford, ha sido la forma más refinada de esta búsqueda, sabiendo interpretar con destreza la nostalgia por el lujo de hace cien años o más, nostalgia que también se manifiesta en el diseño de los envases y exhibidores.



Private Blend is my own scent laboratory; it's where I have the ability to create very special, original fragrances that are unconstrained by the conventions of mainstream scent-making. Private Blend is designed with the true fragrance connoisseur in mind.' — Tom Ford

Me cae mal que lo diga así, porque deja asumir a cualquiera que es él el nariz y no los de Givaundan, de quienes ni siquiera se permite conocer el nombre. Si bien, el señor Ford es el creador del concepto, no lo es de las fragancias, aun cuando él haya establecido las combinaciones de materiales. Es arrogante y necio considerar que los perfumistas hayan sido meros ejecutantes.

Cada perfume de la colección nos habla de la intención por recuperar los ideales de una época en que el perfume se trataba de un aroma exquisito, más que de una conceptualización sofisticada, aunque hoy, hacer esta alusión, en sí misma es una conceptualización sofisticada. Fragancias que tal vez nunca existieron en la época a la que nos transportan, pero nos hacen imaginar que de ahí vienen, dándole continuidad a ese estilo pasado. Todo esto tiene un efecto contundente sobre la propia marca, y considero que no es fortuito: crea la ilusión de que Tom Ford, fundada apenas en 2005, lleva mucho, muchísimo más tiempo de existir, ponderándose al nivel de casas tan tradicionales como Creed o Guerlain.

Tobacco Vanille es el miembro de Private Blend en que más claramente podemos apreciar este very old fashion. Está inspirado en los antiguos clubes de caballeros, esos en que se departía en tertulias entre intelectuales e influyentes personajes de la socialité. Digo esto y vienen a mi mente las descripciones que hacen los libros de historia del antiguo Jockey Club de la Casa de los Azulejos, lleno de aristócratas barbones, fumadores de pipa. Tobaco Vanille emana esa atmósfera desde el primer instante; cuando lo destapamos, provoca la reminiscencia de olor a botica, guardada en algún rincón de nuestra memoria colectiva.

La nariz más ordinaria puede notar la mezcla del tabaco y la vainilla en el interior de esta fragancia, pero hacer que estas notas jueguen y que produzcan el efecto evocador que mencionamos, difícilmente puede obtenerse de la simple combinación de los dos materiales, requiere de una pericia y una conciencia olfativa sumamente desarrolladas.

En el escenario, como principales, están las notas de tabaco y vainilla, apoyadas por un montón de notas secundarias que nos ayudan a percibir el estilo que los perfumistas pretendieron.

Al principio, hay una sensación señorial de tabaco oscuro y picante, combinada con cierto recuerdo medicinal, esta impresión puede explicarse por el jengibre, el cilantro y el anís apoyando a la nota de hoja de tabaco en la cabeza.

Enseguida el tabaco se torna penetrante, pero hay algo se siente como caramelo. Esta sensación azucarada y aguda, seguramente tiene que ver con el haba de tonka incluida en el corazón, su sensación generalmente se relaciona con la descripción "caramelizado". En esta parte del perfume vive la flor de tabaco, que no hace más que continuar en línea recta la nota de hoja tabaco en el estadio anterior, el clavo presente aporta cierto matiz “aromático”, que en mi opinión, previene que la fragancia pierda seriedad.

En la base del perfume está la nota más evidente, la de la vainilla. Este espeso halo de olor dulce, de veras funciona como una base, un suelo donde germinan y crecen el resto de las notas. Huele a una vainilla sumamente orgánica, muy distinta a ese olor comercial de helado; en Starbucks hay un té, Vanilla Rooibos, cuya impresión coincide perfecto con esta nota. El bálsamo de benjuí y la cocoa, también en la base, agudizan la sensación de la vainilla y refuerzan el espíritu de antaño en la mezcla.

Todo eso sucede tras las bambalinas para que este perfume llegue a la nariz como una unidad de burguesía y nostalgia desde el hombre o mujer que lo lleven; una fragancia que nació pasada de moda para hacer vanguardia.

1 comentario:

  1. excelente, amo esos tacos, favoritos de mi innfacia, aun recuerdo cuando mi papa me traia ala caza, por que me daba hueva hacerme de cenar

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