lunes, 24 de enero de 2011

Rarus

Muchas veces un idioma no ocupa el espectro completo de los conceptos de algunas de sus palabras, una de ellas es la palabra raro, que en el castellano coloquial su significado va más por el sentido de extravagante, o que se comporta de una forma que desconcierta a los demás o el “sin sentido”. En latín el significado iba más por “poco frecuente, escaso”, no es difícil pensar que desde ahí derivara a usos como el que le damos nosotros, pero rarus también podía abarcar significados como “notable o excepcional”: rara avis (persona de las que hay pocas), homo rarissimi ingenii (hombre de un talento excepcional). Raramente nos topamos con ese significado en estos días, si acaso en expresiones muy aisladas. En inglés rare, sí se entiende como “excepcional”, “contado”, pero el significado de “extraño” no se contepla.

En el diccionario de la RAE se desarrolla todo el alcance de este adjetivo:

raro, ra.

(Del lat. rarus).

1. adj. Que se comporta de un modo inhabitual.

2. adj. Extraordinario, poco común o frecuente.

3. adj. Escaso en su clase o especie.

4. adj. Insigne, sobresaliente o excelente en su línea.

5. adj. Extravagante de genio o de comportamiento y propenso a singularizarse.

Los casos 3 y 4 están en desuso y el 2 se ve de vez en cuando. El chiste es que yo quiero usar todos, del 1 al 5, para esta reseña. Las creaciones de este mes me parecen raras desde todos estos aspectos, por eso he decido que el título sea “Rarus”, no obstante caer en pedantería.

Raros, pero no incomprensibles, no nos alejan, de hecho, son amigables y encantadores. Su exotismo cautiva y generan adeptos fácilmente, así son el perfume, el videojuego y el taco del mes de diciembre.



Black Orchid de Tom Ford


Qué raro, qué agradable. Esa es la impresión al percibir esta fragancia, pero en detalle, las cosas no suceden necesariamente en el orden en que están dispuestas las notas, de hecho la cabeza y parte de la base suceden simultáneamente.

Huele a “algo bueno”, generoso. Llegamos a percibir la rara orquídea negra, quisieras olerla solita, pero casi instantáneamente es protegida por el patchuolli y vainilla en la base del perfume, encargándose de crear un estridente halo de amabilidad que nos pide alejarnos, enseguida, tras salir de aturdimiento, viene la intriga, quieres saber qué está pasando en ese aroma, pero eres detenido, no te es permitido, no estás autorizado para llegar más cerca, la rareza del aroma te invita a desistir de entenderla: “limítate a disfrutarla, no hagas más preguntas”. Si has llegado a ese punto, te encuentras en la parte más álgida del perfume, estás tratando de descifrar combinaciones exóticas de notas exóticas, este no es un lugar que conozcas o que se parezca a los que has conocido. Es confuso. Cuando crees que has atrapado una nota fácil, como la bergamota o sándalo, éstas se esconden en otra completamente extraña, no hay de dónde sostenerse.

Así es el primer acercamiento. Sí, la fragancia es amable, pero interpone distancia al mismo tiempo, en lo cual manifiesta la intención con que Black Orchid fue creado, es opulento.

Necesita paciencia. Sólo el tiempo puede revelarle cierta nobleza y es conforme se hace más familiar, que se asimila al fin la rareza. Lo que parecía complejo, ahora es un diálogo más claro, un mensaje que empieza con una frase original, una frase que intriga y nos habla en erudiciones acerca de lo dulce y lo oscuro, la riqueza, lo elevado, lo irreal y en algún punto, de lo decadente, pero es lo profuso el mensaje que insiste como un acento exótico e insistente.

Trufa negra, Ylang , bergamota y grosella negra en la cabeza; lutus, orquídea (negra) y notas frutales en el corazón; incienso, chocolate, vainilla, patchoulli, sándalo y vetiver en la base.

La fragancia fue generada por la casa de esencias Giuvandan acorde a la dirección de Tom Ford para la firma: “crear la primera y verdadera marca de lujo del siglo XXI”. Así que si piensas probarlo, prepárate para amarlo o para odiarlo, pues definitivamente no encontrarás democracia en algo pensado con ese afán.



Katamari (cualquiera de ellos)

“Katamari Damacy is almost more of a toy than it is a proper game.”

Katamari es una celebración de lo japo que pueden llegar a ser los japos. Parece que en Namco no pensaron en cómo hacer un juego que complaciera el gusto global, todo lo contrario, es un juego que tiene que ver con su propia forma de entender la autenticidad, ya sólo por esto es raro, incluso podría ser tan exótico, que sería ajeno al resto del mundo, sin embargo, el mundo entero lo ama.

Se explica muy fácil. Eres un diminuto ser que conduce una especie de bola de nieve, pero de cosas, la cual hay que ir dirigiendo para hacerla tan grande como se nos pida. A veces empiezas con objetos como clips y catarinas, y puedes terminar con bolas hechas de eficios y barcos.

No tiene un reto elevado, no hay gráficas detalladas, de hecho son bastante toscas, no tiene una historia profunda, la variedad de la dinámica entre un stage y otro es mínima, ni siquiera varía entre un juego de Katamari a otro. ¿Qué es entonces lo que hace de Katamari un juego que vale la pena?

En parte, creo que es porque cada uno de estos aspectos es compensado con creces.

Las gráficas toscas (polígonos súper simples) son necesarias, pues tienen que aparecer en pantalla demasiados objetos a la vez, cada uno con cierta cantidad de datos extra. En cambio, brinda un portentoso mundo visual rico y colorido, usando recursos no convencionales para ser bello. Su estética no se basa en detallados terminados, o una esmerada dirección de arte, la belleza en los entornos se logra con la forma de distribuir objetos, ninguno está al azar, se trata de un desorden ordenado. Además siempre te encuentras objetos que está muy loco encontrarse en una habitación como cangrejos o peces dorados. A mí me dio mucha risa cuando pasé encima de una multitud frente un monumento y leí que eran turistas europeos. Me encanta que se hayan tomado la molestia de no poner los primeros objetos que te vienen a la mente cuando piensas en “cosas” y encima, pensar en una variedad enorme.

La historia, es cualquier cosa, pero la gracia está cómo contar la historia. De nuevo esta es una parte del juego que aprovecha las limitaciones para encontrar formas interesantes de resolver lo que quieren comunicar. Nadie tiene diálogos hablados, así que sólo escuchamos un sonido raro cuando abren la boca y todo lo sabemos a través de globos de texto (como en Mario). El personaje “Rey de Todo Cosmos” desarrolla casi todos y suena a scratches de disco, sus diálogos son tan consitentemente random y tan llenos de orgullo real a la vez, que resulta difícil poderse acordar de alguno similar en otra parte. Dice cosas como “This sky is not pretty at all. It's rough and masculine. Possibly sweaty. ”.


Incluso el Rey de Todo el Cosmos tiene su twitter @KingOfTheCosmos Ej: “Most babies are actually little thieves. They cry from being stricken with unforeseen moral conflict.”

No sólo el rey, también las descripciones del los propios items del juego “people either smile or cry when they read this. It must be a very good novel” (refiriéndose a un checkbook).

El reto es muy simple, hacer las bolas en el tiempo que te piden, pero no por ello han dejado de hacerlo interesante en cuanto a la jugabilidad. Debo decir que no he visto en otros juegos un control similar al propuesto en Katamari, basándose sólo en el uso de ambos sticks (cruz y figuras en el caso del psp). Un movimiento fácil, pero no tanto. Así encontraron una forma de agregar la dificultad necesaria para que el hecho de rodar una bola, resultara entretenido.

Los detalles lo hacen muy agradable de jugar y la simple experiencia de querer hacer una bola más y más grande y llena de cosas, es divertida en sí. Entretenerse es algo muy simple. Ryan Davis de Gamespot ha dado una gran definición del juego diciendo: “Katamari Damacy is almost more of a toy than it is a proper game.”

La música es otro asunto que no puede quedar fuera. En mi opinión conforma la mitad de la atmósfera del juego, incluso escuchando las canciones solas, se tiene cierta sensación de respirando esa atmósfera. Son temas que sólo pretenden hacer que te pases bien y el repertorio es bastante variado. Es fácil enamorarse de este juego desde sus pegajosas canciones, bueno, siempre y cuando no tengas aversión por las tonaditas taka taka y recurrentes vocecitas de animé.

La sensación de rareza y libertad dominan el juego. Hacen pensar que cualquiera con ideas extravagantes puede hacer cosas divertidas, pero la verdad es que el random es un recurso que aunque a todos se nos antoja usar, no todos podemos emplear con sabiduría.

Keita Takahashi, líder del equipo que desarrolló Katamari, dio una dirección basada cuatro puntos clave: novedad, fácil entendimiento, disfrute y humor. Al jugarlo, es asombroso darse cuenta lo bien que se concentraron y cuidaron cada detalle para que el juego fluyera sobre estos ejes. Sólo por esto Katamari, en cualquiera de sus entregas, es un juego que merece ser experimentado, no importa el tipo de gamer que seas.

Muchas otras cosas podría hablar de este título, pero sólo se trataba de ponerlo adentro del concepto y creo que ya ha sido más que suficiente, porque definitivamente sí es un juego raro por raro y raro por único.






Taco Árabe de Don Eraki

En realidad lo que como ahí son quesadillas árabes, pero come on, seamos flexibles. Sé que la quesadilla no es un taco, pero la quesadilla árabe de Don Eraki es un taco árabe con queso; no me dejarán mentir, ni siquiera se puede tomar doblado, que es como se comen las quesadillas. Así que este día, será recordado como el día en que yo declaré que: Las quesadillas árabes de Don Eraki, no son quesadillas, son tacos árabes con queso, y no me importa lo que diga su menú.

Digo esto, porque el taco árabe con queso me gusta mucho más que el taco árabe así solito, que no es malo, eh.

El taco árabe, el más exótico de los tacos. Pero el aspecto por lo que me parecen los tacos raros, es que se trata de tacos que, pues… no son tacos. La tortilla no es tortilla, sino pan árabe, la receta de la carne, en realidad fue pensada para otra cosa y bueno lo del queso y la salsa, ya se lo pusimos acá, porque dijimos "naahh, tú le dirás como sea, pero eso es un taco".

¿Qué es lo que hace taco a un taco? Este taco nos lleva a cuestionamientos ontológicos. ¿Se trata, acaso, de cómo tomamos el taco? porque que si éste lo comiéramos verticalmente, seguro le llamaríamos kebab mexicano. ¿Se trata de que al final lleva limón y salsa? ¿Se trata de comer algo en un rollo o semirrollo o con la intención de hacerlo rollo? ¿Será por eso que las enchiladas, las enfrijoladas, los sopes, los panuchos y las propias quesadillas no son tacos a pesar de contar con todo para serlo?

No tengo la intención de dar respuestas elocuentes a estas preguntas, pero el caso es que desde hace varias décadas, no nos ha importado que el taco árabe no sea un taco en esencia y como al resto de la comunidad árabe en México, les hemos aceptado y adoptado como uno más de nosotros, incluso, siendo tan exótico, se ha convertido en una comida tradicional del centro de este país cuando pudo haberle pasado como a las hamburguesas o los hot dogs, que, si bien son populares, siempre las consideraremos ajenas a nuestra cocina. Es un taco excepcional y extraño, el taco raro.

Creo que el taco árabe debe ser consumido en un lugar donde estén orgullosos de elaborarlos, y bueno, Don Eraki, se jacta de haber innovado con ellos, puede ser cierto o no, pero les gusta hacerlo patente, y eso les compromete a entregar buenos productos. Hoy en día muchas taquerías se han considerado capaces de ofrecerlos en su menú, generalmente son taquerías que tienen tacos al pastor, ya que no les parece una ciencia demasiado ajena, sin embargo, juzgo que dichos lugares, no sienten otra cosa que desprecio por este género, lo subestiman y lo sirven con torpeza, haciendo un lucro parasitario de la fama que han logrado quienes cultivan esta especialidad.

En cuanto a lo organoléptico, la experiencia comienza desde que se carga el taco en la mano, ya ahí, uno sabe que es un taco pesado, y que no lo será menos para la digestión. El sabor del pan árabe es mucho más discreto que el de la tortilla de maíz, así que el de la carne llega pleno. Viene una sensación avainillada, especiada, más el sabor que aportan las brasas con que se prepara y que el gusto lácteo del queso asado acentúa más.

Exótico, pero familiar. Uno asume fácilmente que son tacos y termina comiendo más de uno, como se hace con cualquier taco, pero al terminar, se cae en cuenta que era demasiada comida en realidad. Aquí, la verdad no sé si hablo por todos los que los han probado o es mi espíritu de gordo el que se delata solo.


No me extrañaría que hubiera unos mejores que Don Eraki (aún no he probado los de La Oriental de Puebla), pero no creo que haya unos MUCHO mejores. Debo aclarar que son los de la sucursal de diagonal San Antonio, (los originales) los que hay que comer para asegurarse que todo esté en orden y no falle nada, es decir: tiene que haber alguien encargándose de partir la carne del trompo cuando llegues, así tienes la certeza que tu taco te lo están dando de cortes recién hechos y no de una provisión de carne recalentada, que tal vez tuvo más de 4 horas de haber sido preparada. Esto lo digo porque ya alguna de sus otras sucursales me ha dejado insatisfecho, triste, deprimido y con una pérdida patológica de la voluntad que me impidió salir de casa por algunos días.

4 comentarios:

  1. Una fragancia polémica >> http://www.vulva-original.com/

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  2. Muy buena reseña Felipe!! Amí gusto si conjuntaste lo raro, y si, con tu dejo de pedantería je je ;) de los tres, lo que más me gusta es el taco, ya me antojaste uno!!

    Tu sisterna (Liz)

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  3. Ciertamente alcanzaste a intrigarme acerca de Black Orchid. El frasco no me hubiera interesado lo suficiente como para acercarme a averiguar a qué huele. Por otro lado, de fragancias masculinas bien poco sé y quizá es momento de empezar a averiguar cosas. Volveré para contrastar tus palabras con mi experiencia, cuando lo haya olido.

    Por otro lado, tu tratamiento ontológico de la quesadilla/taco (árabe) me hizo soltar más de una carcajada. Sólo una pregunta... no me suena de nada el restorán ¿en qué ciudad vives? quizá estaría lindo que pusieras las direcciones cuando reseñes lugares para comer.

    Muchas gracias por dejar un comentario en mi blog, especialmente porque eso fue lo que me trajo hasta aquí. Un placer.

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  4. buen post :)
    Katamari es genial, por cierto, esa fue la palabra clave en google por la que entré

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